EN EL MISMO BOTE: HISTORIAS DE LA CRISIS CLIMÁTICA — 9/28/22

Huracán Fiona e Ian, nuestra nueva realidad

Mientras escribo estas líneas el huracán Ian amenaza las costas de Florida, tan sólo una semana después que el huracán Fiona inundara Puerto Rico, dejando a la mayor parte de la isla sin electricidad ni agua. Esta es nuestra nueva realidad. No debiéramos ver huracanes como estos en un margen de 100 o incluso 300 años, pero ahora con el océano a una temperatura inusualmente cálida, estos fenómenos de clima extremo son más frecuentes y catastróficos.

Es la dolorosa y directa relación entre el calentamiento global y el cambio climático, ya que mientras la industria de combustibles fósiles continúa contaminando el planeta con gases de efecto invernadero, la temperatura del planeta sigue en aumento, lo que a su vez desencadena eventos de clima extremo. No es casualidad que el huracán Ian se intensificara al nivel de un huracán categoría 4.

Aunque estos desastres nos impactan a todos, cuando se trata de las comunidades de color, la evacuación, recuperación y el impacto general de estos huracanes es muchísimo más fuerte. Desde la información a la que tenemos acceso, los recursos para salir de nuestros hogares y asegurar una vivienda temporal, la capacidad económica para reconstruir, el acceso a préstamos y ayuda federal, la posibilidad de mantener nuestros trabajos mientras lidiamos con los efectos de estos desastres y tantas otras cosas que marcan la diferencia y convierten un evento climático en uno que te cambia la vida.

Los Latinos tienen un 50% más de probabilidades de vivir en áreas impactadas por las inundaciones de marea alta. Los estudios demuestran que la desigualdad de riqueza basada en la raza aumenta con el costo de los daños causados ​​por los peligros naturales. Más aún, según el informe del Consejo Asesor Nacional de FEMA de 2020, es menos probable que las comunidades de color reciban ayuda para desastres, especialmente en comparación con los hogares blancos y ricos y las comunidades en las que viven.

Sin ir más lejos, el daño del huracán Fiona en Puerto Rico se multiplicó, ya que la isla aún no ha podido recuperarse desde el embate del huracán María en 2017 y un huracán de categoría 1 se sintió como uno de categoría 5 por muchos, justamente porque la recuperación estaba incompleta.

Estados Unidos ha gastado casi $798 mil millones en desastres climáticos en los últimos seis años. Una evaluación climática federal de 2018 estimó que las pérdidas anuales podrían alcanzar “cientos de miles de millones de dólares” para 2100.

La mayoría de los estadounidenses, especialmente los latinos, comprenden la relación causa-efecto entre el cambio climático y la intensidad de estos fenómenos meteorológicos extremos. Sin embargo cuando se trata de actuar, de hacer algo concreto para disminuir las emisiones que están calentando nuestro planeta y causando este tipo de eventos climáticos, lo que encontramos por parte de los líderes republicanos es un rotundo NO.

Por ejemplo, la Ley para Reducir la Inflación aprobada recientemente por el Congreso promete disminuir un 40% las emisiones que están calentando nuestro planeta. ¿Algún republicano en el Senado votó por ella? NO.

Al contrario, lo que vemos día a día es precisamente lo contrario. Los republicanos insisten en seguir favoreciendo los intereses de la industria petrolera. Insisten en perpetuar la dependencia de los combustibles fósiles e incluso son cómplices activos para disminuir la acción climática.

¿Es justo? ¿Es aceptable? Ahora nos toca a nosotros decir: NO.