En el mismo bote: Historias de la crisis climática — El clima gana cuando sube la factura

El clima gana cuando sube la factura

Frente a la falta de liderazgo, los electores y gobiernos subnacionales tomaron la iniciativa para asegurar energía accesible, aire limpio y estabilidad frente a la crisis climática.

Por Antonieta Cádiz

Esta semana los votantes en Georgia, New Jersey, Virginia y Nueva York hablaron fuerte y claro. Los costos de vida son insostenibles. La comida, las cuentas de electricidad, vivienda y mucho más están fuera de alcance. Eso, sumado a la separación de familias y deportación injusta de miles de personas en Estados Unidos, fueron razones contundentes para movilizar a los votantes latinos a favor de los demócratas. 

Con su voto, los electores les recordaron a los políticos de turno que nadie tiene el voto latino asegurado en Estados Unidos y que las personas están buscando cambios concretos que tengan un impacto directo en su calidad de vida y bienestar de sus familias. 

Parte de ese cambio tiene que ver con bajar los costos de energía de manera radical. En mi trabajo, me ha tocado escuchar en varias ocasiones algo que antes parecía una locura. Cuentas de luz de $700, $800, hasta $1200 dólares, en el caso de una señora que me contaba que su esposo enfermo necesitaba cuidados las 24 horas en su casa.   

Esa realidad se tradujo en resultados concretos la noche del martes. En Georgia, la derrota del republicano Tim Echols y del también republicano Fitz Johnson, así como el ascenso de los comisionados demócratas Alicia Johnson y Peter Hubbard en la llamada Comisión de Servicio Público (PSC, por sus siglas en inglés), significa un giro decisivo en un estado afectado por tarifas elevadas. Esta comisión funciona como el árbitro que decide cuánto pagas de luz y de dónde viene esa energía.

Los resultados de la elección dejaron claro que la gente quiere transparencia en las tarifas eléctricas, una revisión detallada de si las empresas están cargando al recibo costos de megaproyectos, y una mayor promoción de programas de eficiencia energética. Es decir, iniciativas que ayuden a los hogares a consumir menos energía o incluso a recibir incentivos por ajustar su consumo a horarios de baja demanda. Esto también implica acelerar la instalación de paneles solares en techos y fortalecer la red eléctrica frente al calor extremo y las inundaciones.

En Nueva Jersey el panorama fue similar. Mikie Sherrill abordó la necesidad de reducir las facturas eléctricas y modernizar la red regional en su campaña, comprometiéndose a exigir precios justos al operador PJM Interconnection. 

En Virginia, por ejemplo, Abigail Spanberger ganó la gobernación con una plataforma que combina la innovación tecnológica y el desarrollo económico. Su propuesta incluye ampliar la energía eólica marina, impulsar reactores nucleares modernos y financiar más proyectos de fusión, generando empleos bien pagados y garantizando la estabilidad energética necesaria para enfrentar fenómenos climáticos extremos.

En Nueva York, Zohran Mamdani ganó la alcaldía con un programa para potenciar el transporte público, la eficiencia urbana y la vivienda asequible.

En Arizona, las elecciones municipales favorecieron a candidaturas que prometen solar en techos, ahorro de agua y proteger a los barrios del calor extremo. En Tucson, fueron reelegidos perfiles con esa agenda (como Kevin Dahl y nuevas voces en otros distritos), y en ciudades del Valle los votantes respaldaron autoridades y medidas enfocadas en agua y energía.

Para las comunidades latinas, estos resultados son especialmente relevantes. Los hogares hispanos soportan cargas energéticas más elevadas, sufren mayor exposición a la contaminación y enfrentan riesgos mayores por el calor. Las políticas de eficiencia energética, electrificación y reembolsos no solo alivian su economía, sino que generan empleos locales en sectores clave, apuntalando la justicia ambiental y económica.

El mensaje de las urnas es claro: todos ganamos cuando baja la factura. La tarea ahora es convertir votos en kilovatios ahorrados, aire limpio y empleos locales—medibles en cada recibo y en cada barrio. 

La ciudadanía pidió soluciones que funcionen hoy y preparen el mañana. Cumplir ese mandato—con métricas claras y beneficios visibles—es la respuesta que muchos andan buscando cuando se trata de ganar elecciones ahora y en el futuro.