En El Mismo Bote: Historias De La Crisis Climática — Un Año Duro Para El Clima En Estados Unidos. Y Aun Así, Celebramos Estar En Pie
tags
Un Año Duro Para El Clima En Estados Unidos. Y Aun Así, Celebramos Estar En Pie
Este año no ha sido fácil para todos quienes trabajamos por los derechos fundamentales. Aun así, algo más profundo nos sostiene: la convicción de que seguir adelante es, en sí mismo, nuestro mayor logro colectivo en una batalla que no ha hecho más que intensificarse.
Durante estos meses, desde Washington, se intentó deshacer estándares ambientales, relajar protecciones y acelerar permisos para más pozos, gasoductos y plantas que ensucian el aire que respiramos. No son sólo siglas ni decretos lejanos: son los pulmones de nuestras hijas e hijos, las facturas de luz que suben, los barrios que vuelven a quedar pegados a carreteras y chimeneas.
Gracias a los esfuerzos del 2024, empezamos el 2025 con más de 220 gigavatios de energía solar instalada en Estados Unidos y en torno a 150 gigavatios de energía eólica, casi 400 gigavatios de capacidad limpia entre ambas tecnologías, una cantidad suficiente para abastecer de electricidad a 90 millones de hogares de 4 personas por todo un año en EEUU.
Esta capacidad instalada tenía previsto reducir la contaminación y crear más de 400.000 nuevos empleos bien pagados, y aun así, este año, esas inversiones vitales para comunidades latinas y de bajos ingresos, se vieron amenazadas o ralentizadas.
Aunque parecía que retrocedíamos años en cuestión de semanas, la resistencia, nuestra resistencia, no se detuvo.
Y aquí seguimos, con la fuerza que da la persistencia. Estados y ciudades mantuvieron sus metas de energía limpia, fortalecieron estándares de calidad del aire y avanzaron en transporte eléctrico, incluso cuando Washington retrocedía.
Tribus indígenas defendieron sus territorios ante oleoductos; barrios costeros se organizaron frente al aumento de primas de seguros derivadas de desastres climáticos; comunidades y trabajadores batallaron contra el calor extremo. En todo el país, organizaciones comunitarias, juventudes, iglesias y familias sostuvieron la lucha, desde denunciar desinformación hasta apoyar a líderes locales que insisten en avanzar.
Climate Power en Acción estuvo trabajando duro, hombro a hombro con aliados en el país para amplificar voces latinas, conectar datos con historias reales y recordar algo esencial: el clima es personal. No hablamos solo de “toneladas de CO2”, sino de cuánto pagamos de luz, de si podremos calentar la casa en el invierno o enfriar durante una ola de calor, de si el aire que respiran nuestras hijas e hijos les enferma o les permite crecer.
Al insistir en que la justicia ambiental es una prioridad para el bienestar de nuestra comunidad —no es un lujo ni un tema secundario— y al mantener el clima en la conversación pública incluso cuando otros querían sacarlo de la agenda, estas redes y coaliciones han demostrado que la movilización desde todos los escenarios posibles no solo resiste, sino que sigue ganando terreno.
Desde la Casa Blanca hemos escuchado que la nueva prioridad energética nacional se centra en expandir petróleo, gas y carbón, agilizar oleoductos y terminales de exportación y debilitar regulaciones ambientales, apoyándose en la declaración de una “emergencia energética nacional” y en un Consejo Nacional de Dominio Energético que impulsa más producción y permisos, incluida la extracción en tierras y aguas federales. Al mismo tiempo, el gobierno ha intentado cancelar o congelar miles de millones de dólares ya aprobados para energía limpia y resiliencia, incluso en comunidades de bajos ingresos. Frente a esa agenda, el contraste con lo que ocurre en estados, ciudades y organizaciones locales es brutal: mientras Washington se vuelca a los combustibles fósiles, buena parte del país sigue empujando estándares de electricidad limpia, leyes para que las petroleras paguen por los daños y políticas locales para reducir la contaminación y las facturas de energía.
Entre los grandes logros de este año está precisamente la capacidad para no rendirnos ante el desgaste y la mentira. Hemos defendido inversiones, empleos y mejor calidad de vida, incluso cuando algunas narrativas oficiales buscan normalizar la contaminación. Sumar voces nuevas y tender puentes es, en sí mismo, una victoria.
Y si hablamos de sorpresas, el cambio en la conciencia política es notable: al comenzar el año se decía que el voto latino estaba muy rojo y decidido. Pero los impactos sociales y el alza en el costo de la factura energética han despertado a nuestra comunidad, mostrando que no se trata de votos fijos, sino de un electorado vivo, que defiende un entorno sano y una vida digna.
Este año nos enseña que la esperanza no es solo una palabra vacía: es la tenacidad de gente común, en todos los rincones, impulsando el bienestar colectivo a pesar de los retos y amenazas. En un 2025 marcado por el cansancio y la desesperanza, esto es, sin duda, mucho más que un logro.
###
Antonieta Cádiz es la directora ejecutiva de Climate Power En Acción. Anteriormente, trabajó como corresponsal nacional para La Opinión y fue escritora política nacional para Univisión.